lunes, 18 de mayo de 2015

Alas de Libélula desde el cielo gris...



a veces me siento como si recorriese el camino más enrevesado y extraño de todos.
 
nunca me he sentido comprendida. querida sí, y mucho, especialmente por vosotras, mis mariquitas queridas, pero no comprendida. nunca he tenido un grupo de amigos con mis mismos gustos ni preocupaciones, con querencia por la estética que me interesa o emociones parecidas. no me he visto reflejada en otros. siempre pensé que mi inmadurez no me dejaba ver más allá de mis narices; que sería algo temporal. pero no, no lo es. y cada vez es más difícil de asumir.
 
no es fácil estar, una vez más, en la larga cola del paro. cada vez es menos fácil. cada vez me causa mayor malestar, mayor intranquilidad. me hace dudar de mi capacidad, de si he elegido bien mi profesión, de si estoy enfocando bien mi vida profesional, de si realmente valgo para esto. y el tiempo pasa, y no veo muchas opciones a las que acogerme, la verdad. y es duro.
 
ya no sé hacia dónde tirar. quizá necesito reinventarme, pero, en este mundo de etiquetas permanentes, no es nada fácil volver a empezar.
 
muchos achacan mi fracaso a mi falta de ambición, a haberme centrado siempre más en mi vida personal. y sí, tienen razón. y, añado, otra causa es mi cobardía. nunca me atreví a dar un salto, a volar...
 
el caso es que aquí estoy. es lunes. son las siete de la tarde. el mundo trabaja y bulle ahí fuera mientras yo tecleo, sola, derrotada, confusa y agotada.
 
y todo y todos me recuerdan el irremediable tictac del reloj, amenazante; ese verdugo impasible al que todos temen. "eres mayor para eso", "ya no tienes edad para aquello", "es muy tarde"... ¿cuál es la edad ideal para vivir? ¿hay una edad para eso?
 
y, ¿qué debo hacer? peor aún: ¿qué quiero hacer? ¿y si aún no lo sé? ¿y si no llego a saberlo nunca? ¿qué haré entonces?
 
a veces siento que ando en círculos alrededor de mi propia existencia, de mi propia mente enfermiza...



sábado, 9 de mayo de 2015

Mi primera entrada en nuestro blog, how exciting!




No podías haber escrito nada mejor Raquel...eres una crack! Tengo lágrimas en los ojos ahora mismo...




Esta mariquita no tenía siete manchas, sino ocho. Ocho preciosos lunares simétricos, distintos entre sí, hermosos y libres. Cuatro pares de manchas.
 
Ya no recuerdo cuánto tiempo hace que te fuiste, Marga; no lo recuerdo porque trato de olvidarlo, porque aún no he asimilado que no volveré a oír tu voz, tan pausada, tan dulce, ni a abrigarme en tu sonrisa. No puedo creer que no vuelva a sentarme a tu lado y contarte mis cosas, nuestras cosas, para las que siempre tenías tiempo e interés, a pesar de la enfermedad, de la tristeza, del dolor... Nunca dejaste de ser tú, ni de estar al lado de tus amigas, aun a miles de kilómetros siempre podíamos contar contigo; incluso en los larguísimos procesos de tratamiento, tan crueles, tan dolorosos e incapacitantes, tenías una palabra de esperanza y un consejo a mano.
 
Me has enseñado que se puede ser uno mismo contra el mundo, a pesar del mundo, y sin guardar rencor a los que te hacen daño; también a ser leal, cercana, cariñosa, sincera y honesta, aunque la vida no te haya regalado nada, aunque todo haya sido difícil, aunque los caminos sean duros y, a veces, tengas que recorrerlos solo...
 
Pero, sobre todo, Marga querida, me has enseñado a AMAR, a querer con todo, con el corazón, con el alma y las vísceras. Me has mostrado que el amor más allá de la enfermedad, del dolor y la muerte es posible. Y es posible porque te seguimos queriendo, allí donde estés.
 
Siento muchísimo no haber podido despedirme de ti. Quisiste irte en silencio, sin llantos ni escenas. Quisiste irte con tu dignidad intacta, tan sencilla y discreta como viviste. No te imaginas cuánto te admiro por eso.
 
Y, en el fondo, te agradezco que no hubiera un adiós; así nos dejaste claro que, aunque tuvieras que tomar otro camino, nunca nos has dejado. No te has ido. Sigues aquí, con nosotras. Cada vez que nos juntamos pienso en ti, y espero que nos estés viendo, porque te encantaría ver cómo crece nuestra mariquita, cómo se llena de nuevos lunares, cómo seguimos juntas a pesar del tiempo, de la distancia, de los avatares de la vida...
 
Este rincón siempre será para mí un lugar donde hablar contigo, donde contarte cómo nos van las cosas, cómo nuestras vidas evolucionan, se enredan, crecen y se ramifican... un espacio para nosotras, para estas mariquitas tuyas, donde nada me gustaría más que poder hablar contigo una última vez.
 
Te quiero, Marga. Te queremos. Eres tan especial para nosotras... Donde quiera que estés, sonríe, que tu sonrisa cura todas las penas...